Movilidad urbana sostenible o sustentable, es aquella que busca satisfacer las necesidades de desplazamiento de la población para acceder a bienes y servicios urbanos con énfasis en el uso eficiente de los recursos buscando contrarrestar los problemas medioambientales y sociales de la movilidad urbana[1]. La movilidad urbana sostenible promueve prácticas no motorizadas como desplazarse a pie y en bicicleta (movilidad activa) así como el transporte público masivo como trenes, autobuses o tranvías; impulsar opciones como BRT, Tren ligero, Tranvía o Tren-tram, compartir un automóvil entre varias personas, y el desarrollo de tecnologías que amplíen las opciones de movilidad.
Durante la segunda mitad del siglo XX, predominó un modelo de transporte urbano basado en el vehículo particular que ha contribuido a problemáticas como la contaminación del aire, el consumo excesivo de energía no renovable, saturación de las vías de circulación y problemas de salud para la población. El principal problema de este modelo ha sido la dependencia de energías fósiles no renovables, así como la degradación ambiental que conlleva la transformación y consumo de dicha energía. Para abordar esta problemática ha surgido un enfoque que se orienta a un modelo de ciudad sostenible en donde el uso de recursos no renovables no supere sus tasas de regenración y en donde las emisiones de contaminantes no superen la capacidad de asimilación del ambiente.[2]
Las políticas de movilidad sostenible deben de contemplar la planeación del uso del suelo urbano y ordenamiento territorial, la restricción del vehículo privado, la promoción de sistemas de transporte público eficaces y la transición a energías renovables.[4] Si bien en un comienzo estas políticas iban enfocadas para las zonas urbanas, posteriormente se fue desarrollando un movimiento por el transporte alternativo que incluye trenes interurbanos que utilizan energías renovables y otros medios de transporte con una neutralidad de carbono para cubrir mayores distancias.